Tres formas de crear visualizaciones de datos más eficaces

Los números nunca hablan por sí mismos

Por Alberto Cairo

Algunas de las frases más citadas y bienintencionadas sobre la visualización de datos, como "los números hablan por sí mismos" o la frase de Edward Tufte "si las estadísticas son aburridas, es que tienes los números equivocados", son a menudo muy mal interpretadas. La primera afirmación fue resucitada recientemente por Chris Anderson, de la revista Wired, en un artículo en el que presumía de las virtudes de los "macrodatos" mientras proclamaba el "fin de la teoría" y del método científico.

Dichos como esos tienen una pátina de verdad porque tienen un núcleo de verdad. Sin embargo, cuando se citan fuera de contexto, las palabras de Tufte implican que, con suficiente esfuerzo, el interés intrínseco por un conjunto de números surgirá por sí solo. Esa lectura extrema e inapropiada es errónea, aunque haya mucho que admirar en la claridad de la frase original.

Al ser humano le encanta que le seduzcan, que le entretengan mientras le iluminan.

Sin embargo, el interés está en los ojos del que mira. De hecho, hay al menos dos tipos de "interés" a considerar cuando se comunica. El primero se basa en predisposiciones. Se trata del interés en el que uno se apoya cuando se dirige a especialistas. Si usted es economista y habla con otros economistas, por ejemplo, puede suponer que sentirán curiosidad por temas similares. Sin embargo, el segundo tipo de interés tiene que estimularse. Este es el que debería preocuparle cuando quiera comunicar su mensaje a un público general, un desafío al que hacen frente muchas organizaciones cada día.

Al ser humano le encanta que le seduzcan, que le entretengan mientras le iluminan. Y le gusta mucho escuchar historias. Los fundadores de la visualización de datos eran conscientes de estos hechos. William Playfair, posiblemente la primera persona que utilizó gráficos estadísticos de forma sistemática en su The Commercial and Political Atlas and Statistical Breviary de 1786, mejoró el aspecto de sus piezas con adornos discretos que no comprometían su claridad, y no dejó que los números "hablaran por sí mismos". Todo lo contrario: no se limitó a codificar visualmente sus datos, sino que escribió profusamente para asegurarse de que los lectores entendían el significado de los mismos. Se esforzó por estimular el interés, en lugar de limitarse a asegurarse de que no tenía "las estadísticas equivocadas".

Más recientemente, Hans Rosling —médico, estadístico y profesor sueco— dio una charla TED en la que desafió las ideas preconcebidas sobre los países en desarrollo utilizando visualizaciones animadas basadas en conjuntos de datos públicos. Al instante se convirtió en una celebridad no sólo por sus gráficos, sino por la forma en que se integró en ellos. En una entrevista, Rosling me dijo que su principal fuente de inspiración para su estilo de presentación es el periodismo televisivo. Cree firmemente que la estadística puede ser apasionante, pero su planteamiento oculta que la estadística no es inmediatamente apasionante para todo el mundo.

He aquí tres sugerencias que pueden mejorar el atractivo y la eficacia de sus visualizaciones:

  1. Utilice titulares. "La tasa de desempleo en EE. UU. entre 2000 y 2010" no es un titular adecuado. Es un subtítulo o una etiqueta. En lugar de eso, considere utilizar una broma o un juego de palabras. O bien adopte un enfoque periodístico y destaque hechos cruciales o inesperados.
  2. Ponga las cifras en contexto. Resalte los puntos de datos relevantes, como los valores atípicos en los gráficos de dispersión y los máximos y mínimos en los gráficos de líneas. Explíquelos siempre que sea posible. Intente responder a las preguntas que los lectores puedan hacer sobre su visualización.
  3. Embellezca sus gráficos. No soy partidario de la vistosidad y el desorden, sino todo lo contrario. Mi primer libro se titula El arte funcional por un motivo. Pero la belleza importa y, en muchos casos, un toque sutil de diversión aparentemente gratuita no perjudica la legibilidad.

Permítame darle un ejemplo de cómo aplicar estas sugerencias. En 2011 yo era el jefe de infografía de un semanario brasileño de noticias —Época— cuyo director estaba interesado en denunciar irregularidades políticas. Un día de septiembre, un redactor jefe de la revista me dijo que los diputados brasileños informan de sus gastos mensualmente, y que esas cifras están disponibles en el sitio web de la Cámara de Diputados. Efectivamente, la información estaba ahí, pero era imposible extraer nada útil del sitio, ya que la herramienta (en realidad, un motor de búsqueda con pretensiones) no me permitía comparar y clasificar a los representantes o a los partidos.

Por curiosidad decidimos mostrar cuánto había gastado cada diputado en llamadas telefónicas en los primeros ocho meses del año. Mi equipo y yo extrajimos los datos, creamos una base de datos y diseñamos una visualización interactiva. Al visualizarlos en un gráfico, surgieron algunos datos sorprendentes: en muchos casos los importes declarados eran escandalosamente altos. Algunos diputados habían gastado más de 5000 dólares al mes de media.

El redactor jefe que había propuesto el proyecto sumó los gastos telefónicos de los 513 diputados en esos ocho meses. El total era de 7 millones de dólares. A continuación, dividió la cifra resultante por el coste medio por minuto. Resulta que 7 millones de dólares es suficiente para hablar sin parar hasta el 2311. Esta revelación inspiró el titular de la visualización: "298 años de parloteo". No hace falta decir que esta visualización interactiva fue un gran éxito y que provocó una respuesta furiosa de los lectores. ¿Habría sido tan eficaz sin el lúdico titular, los pictogramas y los resúmenes? Sinceramente lo dudo.

Prólogo de JMP

Este artículo apareció en la revista JMP Foreword.

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